martes, 21 de junio de 2011

Una charla con Jesus Christ


Me siento atraída por su atinada sabrosura, a veces me asombra con movimientos bruscos, pero otros días me regala sabores más interesantes y delicados. De un año a otro, la vida cambia cuando recorremos callejones atrevidos pero seguros, mientras que abandonamos calles transitadas y aburridas. No es que dejemos la adolescencia temeraria por la madurez cansada, al contrario, aprendemos a dar pasos más estudiados. La experiencia es el regalo más trascendente que nos teje el cielo, aunque parece que no todos sabemos abrirlo, nos gusta más presumirlo que curiosearlo.

Esa buena tarde de naturaleza cálida, acepté la invitación del señor, me atreví a sacar la botella de whisky, quizá creyó que me quise ver mayor, pero yo pensé que él mejor que nadie sabría deleitar gotas doradas. Sólo pretendía relajar mi mente para parecer reflexiva ante sus ideas. Con el cabello suelto, evaporé mis tendencias mesuradas que suelen interferir cuando tomo la píldora de estímulos extrañamente planteados. Todo cerebro tiene varios mundos, los utilizamos según su atmósfera o los escondemos conforme a los prejuicios. El superior tiene tanta sabiduría que nunca consigo transformarla en sueños, porque el máximo nivel al que un humano llega es el intento; es tanta la inteligencia que nuestras imágenes requieren más de una vida para fructificarla. Pero, por más trabajo que cueste, el instinto por aprender está dispuesto a establecerse en cualquier conocimiento.

Ese día, mi cuerpo estaba envuelto en sábanas transparentes, que se comportaron muy amables con mi piel. No me quejé del viento ni sentí dolor por la verdad. Él suele jugar con nuestros destinos y nosotros seguimos sin comprender su lógica. La única palabra que utilizamos es locura, siendo incapaces de involucrarnos a su libreto, salvo con anfetaminas. Comenzó a contarme su último sueño…

Me gustó su primera locación, la cabaña en la montaña, con bastante olor a madera y las luces de atardecer. Entonces imaginas el ruido entre los pinos simulando el agua correr. A minutos de caer la noche, dibujó unos zombies, había que matarlos con escopetas o espadas. Dos opciones y nunca me decidí cuál era más impresionante. Me causan mucha gracia esos monstruos, son un espejo distorsionado con maquillaje Mac y ropa Cavalli, la puritita cotidianeidad, lo mismo que hojear la revista Vogue. El segundo personaje se hizo pasar por un caballo chaparro, pero nunca pony, creo que me quiso decir que si no es negro, tampoco tiene que ser blanco. Invirtió en un río muy tranquilo que llegaba a la ciudad. Para no aburrirme, trazó con una ventana donde se asomaba el fantasma de una mujer, con un vestido victoriano azul. Resultó que esa mujer tenía una hija divina de 1 o 2 años. ¡Bingo!, coincidimos en la imagen divina, después de tres tragos las representaciones se van independizando; ya comprendí que los sueños no son una demencia, sino un sinónimo de guiones cinematográficos. Siguió su historia en un set de equipos electrónicos, con todo y vendedores, entonces ya supuse que hablábamos el mismo idioma. Al principio me costó trabajo entenderlo, pero después me acostumbré a sus variaciones entre llegadas y salidas de los personajes.

Sólo hubo un momento en que no percibí por qué me invitó a sentarme y me envolvió en su ficción. Algo quería, pero nunca me reveló para qué me necesitaba ahí. De pronto, dice que me vio, me tomó de la cintura, y… desaparecí. Con eso tuve para creerme de nuevo involucrada, tampoco debo ser la protagonista. Siguió con los actores, renombró a la pequeña, y su hermana, nunca me explicó cómo llegó un familiar, ni se lo cuestioné. La cuestión del drama era entregarle a la pequeña, había que regresar a la cabaña antes de que el río creciera, pero era justo el momento cuando se descubriría quién era el fantasma que se delineaba en la ventana. Pero qué coincidencias del tiempo “real” y el sueño que se disparan en el mismo segundo y despiertas con un ruido del exterior. A veces espero en mis sueños una llamada, y me despierta el teléfono.

No me dijo el final, ni me propuso transcribir códigos, sólo me enseñó que en lugar de creer tener la razón, hay que tener la sensación de que hay algo más, aunque no lo sepamos definir. La vida tangible tiene los mismos contextos paradisiacos, con transiciones incomprensibles que nos hacen flotar en la corriente humana. De vez en cuando es bueno salirse de la rutina y platicar con seres interesantes, llenos de intuición distinta a la propia para que nos ayuden a fortalecer la falta de aceptación a otras realidades.

Me terminé el líquido, sonreí y me despedí. Todos los días ansío volver a sentarme a su lado y escucharlo, dejaré que el destino me lo delinee.u

Tranvía social

Se me antoja saltarme las ideas que se alborotan para definir mi custodia. Es el peor momento cuando las voces se levantan ferozmente en un círculo de hipocresía, desdichadas de perfección. Todos grandes, anchos, largos. Unas especies uniformadas que conspiran para que mi tren salga a tiempo, en forma predeterminada. Se juntan en cada puerta para discutir el método de mi metamorfosis.

Tengo pocos recuerdos de mis primeros años aquí, pero puedo armar las ideas que descubrí en los laberintos divagados. Solía dibujarlas debajo de la cama, en un tapiz eléctrico que se conectaba a varias telepatías del salón. Unas compañeras eran sordas, sólo me hablaban de sus travesías polémicas, mientras que otras eran productoras de mi imaginación, con una sutil facilidad me atraían en sus viajes mostrándome mi potencial aventurero; casi lo logran.

Pude ser alguien más, tenía las herramientas, conocía los atajos, y muchas veces me entregaron en el jardín la llave maestra. Poseía la confianza, la caridad y la inteligencia para compilar experiencias misteriosas. Nunca me atreví a entrar en esa caja paradisíaca, me bastaba con escuchar las historias, esconder las teorías y sentir una conexión por mi otra vida.

Sigo siendo inexplicable, loca de mi mente, fugitiva en el corazón y cotidiana en la doctrina. Con disciplina me mantengo fiel a la institución, continúo corrigiendo mis desvíos y escondiendo las solturas de las demás. Pero la adrenalina es sabrosa, es tan poderosa que no necesita derrumbar paredes si las puede traspasar. Podría rebelarme, soltarme en un unicornio dorado para alcanzar las montañas sentadas en campos de espinas. Un día encontraré un empujón.

Pronto saldría para incorporarme a otro mundo menos estrecho pero igual de determinante. El tramité para todas mis excursiones es cada segundo, permitiendo que los paradigmas de mi vida se discutan en una mesa paradójicamente redonda. Es confuso porque las conversaciones parecen civilizadas cuando las propuestas encajan perfectamente en cada atmosfera de la vida ajena. Los escucho y no entiendo; sospecho que un día tendré que desvanecerme frente al progreso inmóvil.

Hoy tengo frio en el alma, mientras que mi cuerpo está indolente. Estoy curando las escenas que se desfasan del guión social, al tiempo que las conecto a mi mundo controversial. Quizá no pueda volar, pero puedo crearles transparencias a mis representaciones para que viajen conmigo; por lo menos para no sentir tanta frustración. Todavía escucho muchas opiniones, lo que me impulsa a correr una película de cine mudo por mis venas. Antes de este viaje, cargué explosivos en mi chaleco, están al tope de reproches, estoy segura que si el tren se dispara a la voluntad de los demás, mis latas van explotar sin pena por nadie.

Ese antojo que traigo por saltarme las ideas no creo que me dure mucho tiempo.

El auténtico fin del mundo


Para acabarse este mundo, todas las paredes tienen que derrumbarse, y todas las lámparas deberán apagarse. Puede pasar en un segundo, o tardarse millones de semanas en lo que cada mano baja el switch.

En un día decisivo, los automóviles van a recorrer millares de kilómetros para rencontrar parejas, mientras que en las calles las personas tomarán objetos ajenos con una libertad ingénita. Los reos saldrán por la puerta grande tropezándose con doberman que se escapan de sus jaulas. Un día antes del fin del mundo, la humanidad se saciará de los siete pecados capitales, al mismo tiempo que ganaran la guerra los que apostaron por el apocalipsis. En las iglesias habrá sobrepoblación de nuevos feligreses., esos que muy deep inside creían en Dios, pero que lo imaginaban en una onda más hippie.

Dominamos el up and down, black and white, open and close del método principio –final, sólo que dedicamos horas de clase, notas en los medios y borracheras con los amigos debatiendo el tipo de desenlace que nos tocará ver. Las dos teorías sobresalientes se resumen en dos sucesos: un cambio de sistema o un Armageddon. Los mayas, las guerras, el sobrecalentamiento global, los tsunamis, la caída del muro de Berlín, las revoluciones, o modestamente, la muerte de cada individuo. Se contempla la historia, la geografía, la lógica, la sociología, la biología y hasta la religión, pero todos twiteando la idea que nada es eterno. ¿Pero qué haremos si el dato de tiempo y el espacio donde rescindirá no es exacto?, ¿para qué crear una psicosis? Parece que tenemos mucha prisa por que se acabe el mundo, creyéndoos expertos en la interpretación de símbolos y encontrar los cuatro jinetes, en vez de reconocer el verdadero desastre que hemos causado desde que pisamos tierra.

No estaría mal pensar que el verdadero fuego que se cruzará en el cielo, serán los coronas de los castillos en las fiestas de la virgen, las chispas saldrán del torito, y el fin se dará cuando un civil alcance la cima del palo encebado. Las trompetas se refieren al mariachi en el kiosko, las siete copas serán las que alcancen de la botella, y las prostitutas una realidad en San Juan de Dios. Ya no estamos en épocas de Poncio Pilato para satanizar cada entorno sociocultural. El apocalipsis puede ser una de las características fundamentales de la vida, y mientras sigamos vivos, se estará dilucidando.

No sé si sea cierto o falso el aparente final; además, aún no nos convencemos de que todos nuestros antepasados se han cuestionando lo mismo, porque estamos muy involucrados en una fábula que esperamos sea comprobada. Por lo pronto, es importante no subestimar el efecto que provoca sobre las acciones y pensamientos de las personas, que van desde un suicidio hasta una orgía, con tal de no ser víctimas de la tragedia. Tales reacciones se derivan quizá de términos existenciales y frustraciones personales, ¿nos preocupa que no hayamos vivido lo suficiente?

Esperamos de la vida un montón de experiencias apasionantes, y queremos agilizar el proceso cuando creemos que puede haber un límite de tiempo que no nos permita alcanzar plenitud. Solemos planear toda esta locura, en lugar de comenzar la satisfacción con anticipación para saborear cada etapa sin prisas. Creo el tiempo que tardó en formarse la Tierra, será el mismo tiempo de su desintegración; la salida no es tan fácil, y se pierde más tiempo en discutir que en caminar para encontrarla. Puede ser que nos toque una última fase dolorosa, pero aun con la maldad que generamos, la Tierra sigue regalándonos portentos de su cuerpo, aunque sea por migajas. Al parecer vida nos queda, no podemos huir sin antes aprovechar sus atardeceres, sus eclipses, sus flores, su agua, sus montañas.

Los deleites de la vida se generan de energía en las celebraciones, con la educación, en el amor, al ritmo de la música, gracias a la meditación, en armonía y justo en el momento en que el corazón está latiendo. No encuentro idea más lógica que creer que por su naturaleza, el ser humano desea vivir intensamente y pone de pretexto que el tiempo se va. De nada sirven las imágenes de zombis, si os zombis somos todos viviendo una rutina. ¡A trabajar en una teoría más convincente!

¿Cuánta energía puedes dedicarle a una persona?


Para todo manifiestas la regla del sentimiento, la idea excéntrica del método involuntario, como un asunto del santo destino. Me enamoré sin pensarlo, me equivoqué sin desearlo, y te olvidé sin darme cuenta. Un miedo para cuestionarse las razones, que prefieres disfrutar las variaciones que se atraviesan en el abdomen cada vez que das un beso enamorado.

Una dosis del primer beso, tan provocativa, tan poderosa, tan capaz de dejarte ahí capturado en la exaltación del deseo eterno. El impulso para perseguir el amor. Ahí no surgen las relaciones, lo que se engendra es la idea para perseguir una conexión. A veces sucede que un encuentro subsiste sólo en eso, mas que en la consumación de una relación, en una definición corporal; quizá por eso no siempre la sentimos, y a lo mejor por eso no distinguimos entre sentir al amor de tu vida en un beso, o buscar un beso en el amor de tu vida. Aunque aparezcas en un empíreo de paredes volátiles, las ansias te mantienen firme, y aun en una ceguera emocional, te enganchas en imágenes cálidas junto a destellos de susurros amorosos. Llegas a casa soñando cómo pasó, qué detalles dijo, cómo empezó, qué sentiste. Los días pasan, sigues recordando, y a la vez difuminando los cuadros. Los choques cargan atisbos mientras que el corazón lucha por acordarse y revivirlo; es tan intenso que cada segundo van muriendo ledes de significados. La frecuencia disminuye, pero cuando la densidad está muy baja, otra aproximación se encarga de emitir un alto destello que revive la derrota. Vuelves a sentirlo pero no comprendes por cuánto tiempo, no sabes si la vida seguirá a ese ritmo, o ahí terminará la emoción. La encrucijada entre seguir ese vínculo o dejarlo doblegar en el aire; ¿cuánta energía puedes dedicarle a una persona?

Aparentemente, la espontaneidad de los sentidos no es suficiente para delimitar la seducción, hay cuestiones que regulan la búsqueda y le dan tiempo para cumplirse. En ocasiones es un poco complicado permanecer sobrios por periodos tan largos, entonces comienzan a surgir ansias hacía la otra persona, e incluso se acelera la travesía de seguir así o cruzar un paso importante hacia la relación. Pareciera que la progresión dramática tiene prisa en mostrar su clímax, pero de ser así, la trama puede abordar una inconfundible imagen de cotidianeidad, no necesariamente negativa, porque la porción de fogosidad puede disminuir si ya no se consiguen las burbujas que halagan en un beso primerizo y a la vez eterno. El desenlace podría tener una caída peligrosa.

¿Qué viene de los primeros encuentros? ¿Funcionará una relación? ¿Habrá tiempo y espacio para conquistar otro beso? Lo más importante de una vibración tan extraña que sienten los enamorados, es dejarla que circule por la venas, esperar para que se contengan en el infinito, que es la única emoción que nos hace sonreír.

Perseguimos el amor para siempre, monógamo; no sabemos si en él habrá amor sincero y excitación permanente. Mejor cambiemos la velocidad, o evaluemos si estamos dispuestos a seguir esperando la dimensión del primer beso. La regla del sentimiento está implícita en los deseos, habrá que escucharla, porque es cierto que el enamoramiento es más intenso que la persistencia.

viernes, 6 de mayo de 2011

Entre nirvana y las tinieblas

Pienso en cosas maravillosas, y trabajo para obtenerlas, a veces para merecerlas y en ocasiones las espero ventajosamente. Sueño con viajar, conocer al amor de mi vida, y tener hijos. Deseo tener un hogar, beneficiar a los enfermos y emborracharme en las islas canarias. Pido que mejore la situación económica del país, y que no se maten más inocentes. Apoyo al cine de arte, y detesto el contenido de Telvisa y TvAzteca.

Me gustaría que desaparecieran los sismos y los tornados. Quisiera que todas las mujeres tuviéramos una boda real, y el papa curara a todos los enfermos. En mi cabeza no cabe la idea de introducir un cuchillo filoso por el estómago de un adulto; no imagino darle vueltas al arma para ver más sangre mientras le hago preguntas estúpidas que al final no lo salvarán. Cuando salgo de clases, no tengo ganas de planear un asalto y golpear a una mujer que se interponga a la acción. Cuando camino por la calle, no se me antoja violar a un niño y lastimarle su orificio. No tengo ganas de romper un cristal y quitarle el estéreo al vecino; en todo caso, golpeo la pared y me sangro los nudillos. Pienso en otras cosas.

Mientras la princesa Catalina se alejaba del altar tranquilamente junto a su príncipe, en otros escenarios se mareaban imágenes de asesinatos, fraudes, burlas, golpes y violaciones de todo tipo. ¿Cómo era posible que en una onda perfectamente cuadrada, educada, puntual, correcta; del otro lado hubiera semejante frivolidad? No comprendo qué tan opuestos pueden ser lo polos, como la diferencia entre el proyecto de vida de un estudiante en Cambridge y la travesía de un inmigrante salvadoreño. Se trata de las circunstancias de la vida y las reacciones ante ellas. A unos les toca sufrir, a otros les toca herir y a pocos elegir. Puede ser la desgracia de vivir en un punto específico, y la idea de que uno se forja su destino. Dos razonamientos paradójicamente innegables. Por ignorancia, es común decir que las personas eligen estar donde quieren estar, sobre todo si la situación del cuestionado es vulnerable, en lugar de creer que están así por motivos de desigualdad. Refiriéndome a ignorancia por dos razones:

  1. Los jueces no conocen el verdadero motivo que los condujo a cierto sitio.
  2. Los jueces prefieren no reconocer el caso, no se han percatado.

Debe ser políticamente y religiosamente complicado determinar si uno elige su destino. En cuestiones de superación personal, la constancia, la preparación y la iniciativa establecen el éxito. En este argumento, los logros se deben a cierto status social, cultural y económico. Para que una persona anhele una cosa, debe conocer lo que anhela, si no nunca sabrá que lo necesita. Se debe tener la noción para encontrar y saber que hay un camino que lleva hacía lo deseado. Generalmente los programas de progreso personal o laboral se basan en términos de a) trabajo, b) estudio y c) esfuerzo. Y para ello se debe progresar en el cultivo de conocimiento. ¿Un lava coches reconoce que tiene que prepararse para conseguir un ascenso?, ¿qué ascenso necesita y dónde lo consigue?, ¿debe estudiar o conseguir una constancia? El concepto de superación cambia entre oficios.

Cada cultura tiene sus roles que desempeñan los integrantes de su comunidad, en ciertas ciudades las mujeres trabajan y atienden a sus familias, en otras, las mujeres sólo atienden a sus familias y no trabajan. Económicamente, un joven puede pagarse la colegiatura en Harvard, y otro en el Tec de Monterrey, ambos asisten a una buena institución, pera cada uno con oportunidades y conocimientos distintos, que no quiere decir que uno sea mejor que otro; y la cuestión sería ¿qué tan responsable es cada uno de su situación?, ¿cuál es mejor persona? Ambos estudian en una universidad de prestigio, sin embargo, sólo la primera es reconocida mundialmente y tiene una ventaja curricular sobre la segunda. Pero esto tampoco significa que en México, un estudiante del Tec no sea altamente reconocido. La percepción de la información depende totalmente del contexto histórico, social y cultural, y varía de un individuo a otro. Para muchos es difícil reconocer que la verdad es un concepto humano, por tanto, todos la pueden crear.

El destino se crea, o el destino es irrefutable. Dios está incomprensiblemente adepto en el destino. Cuando se piensa que el destino está escrito, se considera ilógica la voluntad de Dios, puesto que la vida en ocasiones parece injusta; sólo cuando los resultados son satisfactorios, se agradece infinitamente su voluntad, de lo contrario, se funda la teoría terrenal de que uno “está así porque quiere”; pero entonces ¿los pobres son pobres porque quieren?

¿Será que hay un punto en la vida que recibimos la ayuda superior, y otra coyuntura en la que uno elige cómo vivir? Suponiendo que fuera equitativo el reparto y todos iniciáramos una vida homogénea, ¿en qué situación surgen las complicaciones? Tendría que existir una mínima diferencia entre el ambiente de cada uno para que su razonamiento cambiara, ¿por qué tu hamburguesa se ve diferente si las compramos en el mismo lugar? Aquí aparece el primer error del juicio: los jueces no conocen el verdadero motivo que los condujo a cierto sitio.

Afortunadamente o desafortunadamente cada cerebro funciona distinto. Y por motivos políticos, no todos los seremos humanos nacemos con las mismas oportunidades, incluyendo el acceso a educación, vivienda y salud. Y en un sentido más importante, el razonamiento no es el mismo, lo que lleva a entender que para un joven es primordial estudiar, mientras que para otro no existe ni la opción. Una vez fundado el sendero, el recorrido dependerá de la atmósfera, y las herramientas de cada persona le determinarán su desenvolvimiento. Un poco de historia ayudará a entender porqué las acciones del prójimo.

El mundo es demasiado amplio para visualizarlo, dichosamente, entendemos su grandeza y valoramos sus códigos. Posiblemente nunca se logre, pero el principio del conocimiento está en la interrogación. Hay un suspenso escalofriante al imaginarse la ideología de un monstruo, porque este mundo no sólo tiene adultos, niños, jóvenes, ancianos, señoritas, lesbianas, pobres, ricos, heterosexuales… también conserva pederastas, asesinos, violadores, mentirosos, terroristas, etc. Existe el pecado, los defectos, la diferencia, las actitudes, las características, las enfermedades, o las formas de los “pensantes”. El mundo está lleno de conceptos, pero éstos no terminan en conceptos, desgraciadamente se implantan al cerebro humano permitiéndonos interpretarlas. Es un asunto que ni el papa santificado podría probar.

Cómo sería si un día necesito escuchar gritos, si mi mente escucha voces susurronas de muerte. Mi diablo puede despertar ferozmente e involucrarme en sus fantasías para convertirme en su discípula. Quizá un día se le antoje planear un asesinato, y me convenza de hacerlo. Tal vez esto les sucedió al pozolero. Por el momento, seguiré pensando en la paz, mientras que en una cueva unos chicos planean la venganza contra el gobierno de Estados Unidos.

Un mundo mexicano


Un mundo mexicano, que parece historia de terror. Hoy estuvo fuerte la noche, la pasada y la antepasada. Unos personajes perfectamente cuajados de pistolas, de ignorancia en sus ojos y vacios en su ropa. No hay estereotipos sino problemas de personalidad. Ya no puedo ni mantener la mirada recta, específica a mi carril, porque a esos de rojo les fascina restregarte la cara del mutilado en tu vidrio. Por eso busco la entrada de arcoíris, que me aleje de una corriente rápida y furiosa.

Me estoy acostumbrando a las imágenes, y me vuelvo inmune al asombro. A veces me asusto porque llega la bala cerca, mas no me sorprende que nos tengamos que cuidar de los buchones, ¡qué absurdo! Aunque ¿qué culpa tienen ellos?, ¿y si nos son los que buscamos? Es prudente pensar que es faramalla pura. Mejor me voy alejar de las noticias, de los chismes y de los lujos ficticios.

Aún hay tranquilidad en las calles. Hay por ahí seres que no van matar su esencia porque el mundo mexicano los obliga a sentir horror. Si caminas por donde la flecha indica, el pavimento se hare más amigable. Los lugares correctos están como los imaginas que son, entonces deja de romper las reglas y seguir el desorden. Pensar en lo que no se debería y seguir a quien no te simpatiza, te va a enseñar la cara incongruente del país. Poco sirve quejarnos si sólo pensamos en rebeldías. Hay unos espacios y actitudes que no requieren de evaluación, porque si las reglas no se rompen, se vuelven sencillas, sólo hay que seguirlas.

Es muy común sentarte y repartir soluciones para una ciudadanía más culta, cuando opinamos, sabemos con exactitud los manuales de comportamiento óptimos para una circulación correcta, pero en el acto, las actitudes cambian. Yo pienso que hay que dejar de subir el rating del crimen, y aumentar al atención a las mejoras ciudadanas.

El síndrome del anonimato

Hay una vía muy sencilla para deletrear el comportamiento de los sentidos, esa esencia de parte por parte, para que no se haga una fotografía panorámica. Slow motion, la secuencia de las ansias que se exportan a los status de las redes sociales. Poco a poco, en sentido figurado, decimos pero no hacemos un intento directo; al final se dibujarán las escenas por completo.

Los escenarios virtuales nos están facilitando la “libertad para expresarnos”, aunque sigue teniendo la misma máscara de fábula, porque sobresale el interés por conseguir audiencia, ¿será totalmente sincero nuestro status?

Es común matizar los deseos en pequeños fragmentos de poesía pintados en orden qwerty. Son infinitas las ironías que solemos pensar y transformar para darles otro sentido, o quizá simplemente disfrazarlas para no exponerlas del todo. Como fingir que no es auténtico en el despiste de convicciones. Es un disimulo de travesías con palabras de ficción que abren los sentidos del lector. Parece que los párrafos del expositor son hojas de sus diarios, lamentablemente no lo son completamente. Nuestra cabeza está repleta de imágenes, de proyectos y fantasías, y hasta de confusiones. Entonces creo que el mundo se satura de ideas mezcladas, combinadas para que naveguen en una estructura social que busca la rapidez. Frases directas, pero nunca ideas específicas. Nunca por no atreverse, o no desearlo, sino que la sencillez con que salen las expresiones por Internet, le gana a las acciones del mundo tangible. Si es más fácil escribirlo, que marcarle, mejor que lea lo que estoy sintiendo. Se puede borrar, se puede interpretar en mil versiones.

Es un idioma diferente. Además de incorporar inbox, me gusta, o etiqueta, traducimos nuestras inquietudes al vicio cibernético. Aunque no se hable lo mismo, utilizamos esta herramienta para querer decir lo que podríamos explicar en tiempo y forma común.

El síndrome del anonimato. ¿Soy de los que escribe y finge que es novela? A lo mejor ahora que prestas atención, sabrás quién suspira por ti y nunca te agrega en su status, sólo te deja la opción de que te a ti te gusta. Imagina entonces que la idea del día era destinada para ti, y fuiste la única persona que no le dio un click.

Al final habrá un mapa de los altibajos de un estado de ánimo, lo cuales se presentan en pedacitos de símbolos. Hay bastantes sabios que crean historias nuevas con preguntas muy trascendentes; pero la mayoría de los terrenales, tan sólo escondemos nuestros sentimientos absurdos en ideas publicitarias para que nos lean las personas que consideramos más importantes. No precisamente timidez, pero de la vida real se exprimen los lances más excitantes del ser humano.